jueves, 28 de abril de 2011

Las matemáticas de las regalías del ebook: La casa siempre gana


Las regalías en ebooks que otorgan las editoriales más grandes, se han conjuntando por ahora en torno al 25%. Esto es contraria a la larga tradición de la industria editorial, en donde autor y publicador se repartían efectivamente los ingresos de las ventas de libros (fue así como se llegó al estándar del 15% para libros de tapa dura). Entre los problemas que ocasiona este radical corte de ingresos, está el efecto distorsionante que tiene sobre los incentivos de las editoriales: a éstas les va significativamente mejor en ventas de e-books que en ventas de libros de tapa dura. Por el otro lado, a los autores siempre les va peor.

¿Qué tanto mejor para la editorial y peor para el autor? Aquí hay ejemplos de regalías de autores comparadas con la utilidad bruta de la editorial (ingresos por copia, menos gastos por copia), calculada usando términos contractuales estándares de la industria:

“The Help,” por Kathryn Stockett
Regalía estándar del autor: USD$3.75 tapa dura; USD$2.28 ebook.
Pérdida del autor en relación al ebook = -39%
Margen de la editorial: USD$4.75 tapa dura; USD$6.32 ebook.
Ganancia de la editorial en relación al ebook = +33%

“Hell’s Corner,” por David Baldacci
Regalía estándar del autor: USD$4.20 tapa dura; USD$2.63 ebook.
Pérdida del autor en relación al ebook = -37%
Margen de la editorial: USD$5.80 tapa dura; USD$7.37 ebook.
Ganancia de la editorial en relación al ebook = +27%

“Unbroken,” por Laura Hillenbrand
Regalía estándar del autor: USD$4.05 tapa dura; USD$3.38 ebook.
Pérdida del autor en relación al = -17%
Margen de la editorial: USD$5.45 tapa dura; USD$9.62 ebook.
Ganancia de la editorial en relación al ebook = +77%

Así que, ceteris paribus, las editoriales tendrán naturalmente una inclinación hacia la venta de ebooks. Ciertamente hace maravillas por el flujo de caja: no solamente ingresa más la editorial, sino que la diferencía en las regalías significa que cada vez que la venta de un ebook desplaza a la de un libro de tapa dura, las probabilidades de que el avance del autor le será beneficioso (y la editorial tendrá que darle un cheque por regalías) disminuye. En más de una forma, la e-pérdida del autor es la e-ganancia de la editorial.

La inercia desafortunadamente está implantada en el panorama contractual. Si la editorial fuera a ofrecer regalías más equitativas en sus nuevos contratos, causaría un impacto en la mayoría de su propio catálogo. La mayor parte de las grandes editoriales tiene miles de contratos que requieren un ajuste automático o renegociación de las regalías en ebooks si ésta empieza a ofrecer mejores términos. Algunas editoriales tratan sutilmente este asunto cuando arreglan contratos más viejos, muchos de los cuales permitirían que las regalías electrónicas escalaran rápidamente hasta el 40%. Arreglar viejos contratos para garantizar los derechos digitales de la editorial no activa el ajuste automático para ellos. Dado este substancial costo colateral, las editoriales seguirán resistiendo cambios en las regalías de ebooks para nuevos libros.

A la larga, la resistencia será inútil. A medida el mercado de ebooks siga creciendo, las presiones competitivas ciertamente forzarán a las editoriales a compartir sus ingresos por ebooks justamente. Los autores con influencia simplemente no tolerarán ser sencillamente el compañero pequeño de negocios de las editoriales en un mercado cada vez más importante. Ya hay nuevas editoriales dispuestas a repartir regalías justamente. Cuando una de esas editoriales tenga el capital para pagar incluso los pequeños avances de un puñado de autores o una editorial grande decida dar el salto, el punto de quiebre estará cerca.



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